lunes, 6 de junio de 2016

CAMINAR

Es la mía una filosofía peripatética, labrada a golpe de calle, de caminar, de lluvia incipiente y de frío, de viento y de calor, de extrañas madrugadas y de mañanas luminosas, de asfalto, de grava, de arena y de paseos orillando el mar y los barrancos. Es por ello una filosofía contradictoria, aburrida de sí misma y a la vez obstinada en no dejar pasar la mínima oportunidad. No voy en busca de respuestas: no hay otra respuesta que el mundo. Persigo las preguntas que perfilan esa respuesta, que me indiquen una dirección a seguir en este mundo sin perderme. Pero ninguna dirección es segura, todas se tuercen en algún punto y, en todo caso, ninguna conduce donde quiero llegar. Sé, en suma, que es la mía una filosofía patética, tan apegada a la tierra cuanto más niega pertenecer a ella. 




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